Page 41 -
P. 41

VIENE DE LA PAG. 20                                                                                referencia no literaria a las calabazas de
                                                                       Halloween data de 1834. Desde entonces la tradición no solo
                                                infierno.
                                                Cuando                  no ha cesado, sino que se ha extendido a todo el mundo.
                                             Jack murió,   Esta es la leyenda de Jack-o’-lantern, un simple hombre cualquiera que
                                              San Pedro     logró engañar a Satanás y que vaga en las noches del fin del ciclo del
                                              le negó la   tiempo tratando de encontrar su lugar, dado que no es ni del mundo, ni
                                              entrada al
                                               cielo por                                   del cielo, ni del infierno.
                                             sus muchos
                                               pecados.
                                              El alma de
                                              Jack viajó
                                               entonces
 al infierno, pero el diablo, fiel a su promesa,
 también se negó a dejarle entrar, condenán-
dole a vagar por el mundo para toda la eterni-
dad. Cuando Jack, aterrado, se quejó de que
no podía encontrar el camino en la oscuridad,
 el diablo le arrojó un ascua del infierno para
que se iluminara. El ascua quemaba, así que
Stingy Jack talló un nabo que llevaba consigo
 y metió el ascua dentro. Desde entonces su
 espíritu atormentado vaga por la tierra como
     Jack O’ Lantern, Jack el de la linterna.
              Del nabo a la calabaza
 En el siglo XVII, los irlandeses y escoceses
celebraban halloween encendiendo pequeñas
  lámparas en las entradas a sus casas para
 que ahuyenta-
ran a los malos
espíritus y a las
  almas perdi-
  das, como la
de Stingy Jack.
  En las zonas
rurales tallaban nabos,
 remolachas o patatas
 con caras siniestras y
 metían una pequeña
   vela en su interior.
 La costumbre de tallar calabazas no llegó a
Estados Unidos hasta el siglo XIX de la mano
 de varias oleadas de colonos irlandeses. Sin
 embargo, no está claro cómo se pasó de los
nabos a las calabazas. Probablemente fueran
más abundantes en Estados Unidos y más fá-
ciles de tallar. El relato de 1820 Sleepy Hollow
 escrito por Washington Irving ya hacía refe-
rencia a una calabaza como señal caracterís-
tica del jinete sin cabeza. Con todo, la primera

                                                           Los Angeles 1  39
   36   37   38   39   40   41   42   43   44   45   46